sábado, 24 de septiembre de 2011

El diente de Hierro

Cuando los antiguos romanos perdían un diente, las opciones de sustituirlo eran pocas. Los pobres vivían con el agujero e incluso para los ricos el reemplazo era sólo cosmético. Pero parece que algunas personas tenían acceso a trabajos dentales sorprendentemente avanzados. Un hallazgo que confirma esta teoría es el esqueleto desenterrado por el investigador francés Louis Girard, a 100 kilómetros de París, cuya mandíbula presentaba un diente moldeado en hierro.

El cementerio data del Imperio Romano, pero los cadáveres enterrados eran de indígenas galos, ya que los romanos eran incinerados. De los 500 esqueletos descubiertos, sólo uno tenía dientes postizos.

Es impresionante la exactitud con que están fijados a la mandíbula. Este dato revela que la persona que lo hizo lo moldeó sobre el original. La construcción esmerada del diente permitió su inserción en la mandíbula. La radiografía expone que no hubo destrucción.

Por lo tanto, no fue un implante ajustado violentamente a martillo. Un hilo de cuero lo mantuvo en su lugar durante tres a seis meses, hasta que se fijó en la mandíbula. A partir de este descubrimiento han surgido interrogantes entre los expertos.

¿De qué manera aquel médico de la Edad del Hierro adquirió ese nivel de práctica dental?

¿Cómo evitó una infección? Las respuestas nunca se sabrán.

Para hacer más impactante este hallazgo, hay que señalar que durante ese mismo período, los romanos ricos de Italia tenían acceso a prótesis de madera o cuerno cuando perdían un diente, especialmente un diente delantero. Estos trabajos servían para ocultar el orificio en la boca, ya que no se insertaban en la cavidad.

Este diente de hierro es la prótesis más antigua que se conoce hasta ahora.

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