viernes, 4 de mayo de 2012

Radiología.

El estudio radiológico convencional es imprescindible para diagnosticar las fracturas. Por el contrario, tiene escaso interés en la valoración de la disminución de la
masa ósea. Por una parte, ésta sólo es detectable cuando la densidad ósea está descendida en al menos un 30%. En segundo lugar, las diferencias en el grosor de las partes blandas y las modificaciones en el tiempo de exposición y de revelado de la radiografía determinan amplias variaciones en la densidad óptica de las imágenes.
Las alteraciones morfológicas de los cuerpos vertebrales se han sistematizado en tres tipos: acuñamiento (disminución de la altura de la porción anterior de la vértebra), biconcavidad (disminución de la altura de la porción central) y aplastamiento completo (disminución de la altura en las porciones anterior, central y posterior). La deformidad
en cuña es más propia de las vértebras intermedias de la región dorsal, y la biconcavidad (vértebra “en pez” o “en diábolo”),de las lumbares. En este caso, dada la morfología que
adopta el espacio intervertebral, se habla de abombamiento discal. El aplastamiento completo está en relación con la intensidad del trastorno más que con la localización de la vértebra.
Para evitar la intervención de la subjetividad en el diagnóstico de las fracturas vertebrales se tiende a requerir que la pérdida de altura supere unos valores mínimos. No existe acuerdo definitivo al respecto, pero probablemente la cifra más aceptada es la del 20%. De forma característica, la afectación vertebral de la columna osteoporótica es heterogénea, de manera que vértebras contiguas suelen tener grados de afectación muy distintos. Aunque las alteraciones radiológicas más importantes de la columna en la osteoporosis tipo I son las deformidades men-cionadas, previamente a su aparición se identifican otras, me-nos reproducibles y de menor valor diagnóstico. La visibilidad de las trabéculas horizontales está disminuida, y la correspondiente a las verticales aumentada (“vértebra en lluvia”).
El reforzamiento de los platillos y la menor densidad del cuerpo vertebral determina la imagen denominada “en vértebra vacía”. El contorno suele ser irregular, quebrado (no debe, sin embargo, existir lisis cortical, que es propia de procesos metastásicos o infecciosos). Son frecuentes los nódulos de Schmorl o herniaciones del núcleo pulposo del disco en el cuerpo vertebral subyacente o suprayacente. Se describen también como hallazgos típicos de la osteoporosis una menor prevalencia de los signos artrósicos propios del envejecimiento y una mayor tendencia a la calcificación de la aorta.
En los huesos tubulares, la osteoporosis se traduce fundamentalmente en un adelgazamiento de la cortical. Su cuantificación (radiogrametría) tiene hoy escaso interés. En otro tiempo se aplicó a los huesos metacarpianos, utilizándose diversas fórmulas, de las que probablemente la más difundida fue: (D 2 – d 2 )/D 2 donde D es el diámetro externo y d el interno. Se consideraban patológicos valores inferiores a 0,72. En el extremo proximal del fémur el patrón trabecular se modifica con el desarrollo de osteoporosis según un patrón que se pretendió tipificar en el denominado índice de Singh, de escasa utilidad.
En la fractura por insuficiencia habitualmente no es visible la línea radiotransparente de la fisura, por lo que suelen pasar inadvertidas. Puede, en cambio, ser detectable la reacción perióstica.

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