La articulación temporomandibular, es la que hace posible abrir y cerrar la boca, esta articula la mandíbula con el hueso temporal del cráneo, delante del oído y en cada lado de la cabeza. Se utiliza al masticar, hablar, tragar, bostezar, etc. Además, los músculos de esta articulación también forman parte del sistema postural, relacionándose con la columna cervical y el cráneo.
Es habitual que aparezcan tensiones por sobrecarga, que a la larga afectarán a toda la columna vertebral. A estas molestias debemos añadir los desequilibrios globales de la postura, trastornos en las posiciones de los dientes y estrés general.
Los trastornos en esta articulación tienen un porcentaje muy elevado de la población, alrededor del 80%, siendo la edad media de 34 años y en proporción de tres mujeres por cada hombre.
El síndrome de disfunción temporomandibular, es un cortejo de síntomas relacionados con el mal funcionamiento de esta articulación. El síntoma más frecuente es el dolor, este se suele localizar generalmente por delante del trago de la oreja, pudiéndose irradiar a la porción lateral de la cara (confundiéndose en muchos casos con dolores relacionados con la salida de "la muela del juicio"), dolor de cabeza (confundiéndose en muchos casos con jaquecas sin causa aparente), dolor alrededor del ojo y en el cuello, otalgia (dolor de oído) se trata de un dolor profundo, irradiado, mal localizado que suele responder mal a los analgésicos. Otros síntomas relacionados son los chasquidos o la crepitación de la articulación, de una o ambas articulaciones, al abrir o cerrar la boca, estos pueden ser más o menos sonoros e indican la alteración en la posición del disco articular.
Muchos pacientes no encuentran explicación a este dolor, no son diagnosticados adecuadamente, y piensan que padecen dolor de cabeza y rigidez en el cuello de vez en cuando, es normal. Además padecen la incertidumbre de no saber la causa de sus males. Sufren diagnósticos erróneos, visitas a un sinfín de especialistas diferentes y tratamientos incorrectos e incompletos.
El tratamiento de esta disfunción es variado y multidisciplinar, pudiéndose aplicar distintas técnicas; Reeducación y modificación con ortopedia dento-maxilar, mediante el uso de férulas interdentales, rehabilitación fisioterápica, infiltraciones con ácido hialuronico, ozonoterapia y en algunos casos, tratamientos quirúrgicos de la ATM (Articulación temporomandibular) mediante artrocentesis, artroscopia o cirugía abierta.
Aunque los fármacos habitualmente utilizados para las infiltraciones terapéuticas suelen ser los anestésicos y los corticoides, en los recientes años han ido apareciendo nuevos tratamientos como el Botox (nombre comercial de la toxina botulínica tipo A, utilizada en los tratamientos cosméticos), ha demostrado ser una terapia eficaz para aliviar algunos trastornos dolorosos relacionados con una excesiva contracción muscular.
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